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Mis recuerdos-Por Rosa

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Cuando era pequeña mi madre no me dejaba ver la tele por la noche porque al día siguiente tenía que ir a la escuela. Recuerdo que lloraba mucho, entonces venía mi padre reventado de trabajar y al verme llorar me cogía en cuello y me llevaba a la salita para que pudiese ver la tele, cosa que a mi madre le molestaba mucho.

Y si no me podía dormir el me cantaba la canción del chalaneru o la del dime xilguerin parleru que nunca la he oído tan bonita como cantada por él.

La enfermedad me atacó desde muy niña. En aquellos momentos en que yo no podía ir a la escuela por tener la fiebre tan alta, mi madre se esforzaba lo imposible por darme alimentos que pudiese comer aún a la fuerza, recuerdo aquellos lenguados hechos a la plancha con tanto cariño, el zumo de uva y aquel concentrado de carne que me echaba en los purés que no sabía muy bien pero que ayudaban a sentirse más fuerte, así como aquellas espinacas de Popeye: ¿Te acuerdas mamá?

Llegaba Pascua y ella, mi madre, se había comprado una máquina de tricotar porque la ropa de lana comprada valía muy cara hecha. Me hizo muchisisimos jerséis y vestidos de lana. Recuerdo dos en especial que eran de cuello cisne uno negro con reflejos en plata y otro beis con destellos en dorado que eran la envidia de todas las chicas de mi edad.

Más tarde me puse a estudiar, pero suspendí algunas asignaturas. Mi madre decía que lo mejor era que me pusiese a buscar trabajo pero ahí intercedió mi padre y dijo que aunque había suspendido, tenía que aprobar porque él no quería que yo trabajase aún, quería que tuviese estudios.

Recuerdo que en mi época loca del instituto, cuando aún no existían las máquinas tatuadoras vi la película de Hair en la que salía el símbolo hippie de la paz. Había conocido a un chico que le gustaban las chicas tatuadas así que me dijo que qué símbolo quería y yo elegí este, ahora ese símbolo se ha transformado en una flor tropical.

Pero en aquel tiempo, a mi me daba mucha vergüenza mostrarlo porque estaba muy mal hecho y porque a mis padres no les gustaba. Siempre llevaba camisetas de manga larga para taparlo.

Hasta que un día murió nuestra abuela. Yo me compré un vestido negro muy bonito para asistir al entierro pero tenía un problema y es que las mangas eran muy cortas y el tatuaje se me veía.

Me daba mucha vergüenza que la familia: los primos, los tíos, etc.… se dieran cuenta del tatuaje y me juzgasen por ello.

Me compré una chaqueta para taparlo, entonces mi madre me dijo que lo llevase al descubierto, que era el símbolo de la paz y que mi abuela estaría orgullosa de verlo.

Hace muchos años, cuando me casé, mi madre me dijo que si tenía algo ahorrado para comprarme el vestido. Yo me enfadé mucho, pues la verdad es que aunque había trabajado, ya no me quedaba ni un céntimo. Me vi yendo a mi boda vestida con unos simples vaqueros. Hubiese sido, la verdad, una boda original.

Me pasé una noche llorando pensando que no podría llevar el vestido de novia, entonces al día siguiente, fuimos todos juntos a Grado a comprarlo, era de seda salvaje en color blanco roto, con la espalda al descubierto y una cascada de rosas cayendo por detrás. Les tuvo que costar un dineral.

Por si fuese poco me casé el día de mi cumpleaños. La iglesia estaba llena de flores, no hubo ningún coro y por eso parecía una boda un poco triste pero al salir me aguardaba una sorpresa.

Habían alquilado una caja de palomas blancas mensajeras y fue muy bonito y emocionante verlas volar por el cielo del barrio a la salida de la iglesia.
Son tantas cosas las que agradeceros. Vuestro cariño, todo lo que hicisteis para que me sintiese feliz, todas las veces que me arropasteis y llorasteis cuando me visteis mal.

Sé que nunca es tarde para deciros que os quiero y que prefiero homenajearos y deciros lo maravillosos que sois ahora que os tengo, al contrario de otras personas que se acuerdan cuando sus padres se van.

Para que al menos si algún día llegase esa hora en que no hubiese más remedio de que tuvieseis que iros sepáis que esta que llamáis vuestra piccola os quiere muchísimo y que si algún día me faltáis os voy a echar tremendamente de menos.